Zona Gimnasia

Diez, La Mujer Perfecta: Nadia Comanecci

Podemos estar seguros de que nadie que no sea fanático de la gimnasia sabrá decirnos el nombre de la actual campeona del mundo, pero todos habrán oído hablar alguna vez de Nadia Comaneci, una atleta rumana que se retiró hace más de dos décadas, no es la mayor medallista de la historia y ni siquiera llegó a ser campeona mundial. ¿Por qué? Veamos…

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Primera parada previa: Munich, 1972. Juegos Olímpicos. La competencia de gimnasia es dominada ampliamente por la soviética Olga Korbut, quien con sus 1,49 m de altura, 39 kg y 17 años, es por lejos la gimnasta más joven, baja y menuda del certamen. Olga es la primera persona en realizar con éxito un elemento acrobático en las paralelas asimétricas. Los técnicos de las principales potencias de la gimnasia toman nota. Una nueva era está por comenzar…

Segunda parada previa: Rumania, poco después. Influenciado por lo visto en Munich, el entrenador Bela Karolyi se pone a estudiar biofísica y descubre, entre otras cosas, que quien pretenda pasar acrobáticamente de una paralela asimétrica a la otra (algo nunca intentado hasta el momento), se encontrará con la oposición de una fuerza equivalente a 3,8 veces su propio peso. La cuenta es rápida: para realizar el pasaje, una gimnasta de 50 kg deberá desplegar en pocos segundos una fuerza de aproximadamente ¡200 kg! El bueno de Bela sigue estudiando y llega a otra conclusión sorprendente: la persona ideal para encarar tal hazaña no es un patovica, como podría pensarse, sino una niña diminuta pero musculosa, específicamente una que, pesando lo menos posible, sea capaz de convertir la mayor parte de ese peso en fuerza. De yapa, este biotipo minúsculo resulta también óptimo para la viga de equilibrio (cuanto más baja es una gimnasta, más cerca está su centro de gravedad de la viga, y le resulta más fácil mantener el equilibrio), y abre las puertas a un sinfín de combinaciones acrobáticas para el ejercicio de suelo hasta entonces impensadas. La nueva era ya había comenzado.

Aparece Nadia.

Nadia Elena Comaneci nació en Onesti (Bucarest), el 12 de noviembre de 1961. A los 6 años, sus padres, buscando canalizar su desbordante energía (debía tenerlos hartos), la mandan a practicar gimnasia. No tarda en cruzarse con Karolyi, quien, fascinado por su talento y su menudo físico, ve en ella la pupila ideal para la aplicación de sus recientes descubrimientos.

No se equivoca: en marzo de 1976, con apenas 14 años, Nadia se convierte en la primera gimnasta de la historia en obtener un puntaje perfecto al recibir, en la tradicional American Cup, un 10 por su ejecución en suelo. Pero la American Cup es seguida sólo por los amantes de la gimnasia, y pocos se enteran de su logro.

Los Juegos Olímpicos, claro, son otra cosa, y en julio de ese mismo año, en Montreal, Nadia (Ya campeona de Europa) captura, ahora sí, la atención del mundo. Está tan por delante del resto de las competidoras, que los jueces se ven obligados a recurrir no una, sino 7 veces al puntaje ideal para premiar sus impecables performances de viga y asimétricas. No es que otros entrenadores no hubieran descubierto, como Karolyi, las ventajas de un físico pequeño en la gimnasia: todos estaban trabajando ya en ese sentido. Pero Nadia Comaneci fue la primera en explotar al máximo las posibilidades que este nuevo biotipo ofrecía. Por eso es legendaria. Porque mostró cúanto más lejos podía irse en este deporte. Luego llegaron gimnastas que la superaron en dificultad, sí. Pero fue posible porque ella marcó el camino. Nadia es los Beatles de la gimnasia.

Montreal y después.

La repercusión de su hazaña en los juegos fue enorme: el mundo entero amó a esa niñita capaz de las más increíbles proezas. Unida a su talento, su extrema juventud  terminaba de ganarle todas las simpatías, como bien podría dar fe su rival directa en esa competencia, la soviética Nellie Kim. Nellie era una gimnasta realmente sensacional, pero a sus 19 años ya tenía aspecto de poder casarse o trabajar en una escribanía, mientras que Nadia era pequeñita y adorable y se embolsillaba al público como quería. (Nellie Kim es hoy la presidente de la comisión técnica de la Federación Internacional de Gimnasia, y si sigue un poco resentida, la verdad está en todo su derecho). Con el tiempo, Nadia fue perdiendo, claro, ese aspecto de bebé, pero su aura de leyenda continuó intacta. Al retirarse, en 1984, se dedicó a formar a las  nuevas generaciones de  gimnastas, pero, cansada de ser utilizada como propaganda por el régimen del dictador Ceausescu, terminó huyendo a los EE. UU. ayudada por un exiliado rumano casado y padre de 4 hijos, cuya compañía, para desazón de los mal pensados, pronto cambió por la del gimnasta norteamericano Bart Conner, con quien vive feliz desde entonces. Tras la caída del régimen de Ceausescu, Nadia divide su tiempo entre su escuela de gimnasia en los Estados Unidos y sus actividades de promoción del deporte en su país natal. En las competencias, no lo oculta, su corazón está con Rumania. Siempre es bueno volver a ver alguna de sus actuaciones. La ejecución sigue siendo admirable, y la dificultad, hoy mínima, es la que hizo posible todo.

Salud, Nadia. Tanto te debemos.

 

*****ESPECIALMENTE PARA MELISA*****
Publicado en Zona-Deportes

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